Dirección: Mario Camus
Actores: Sancho Gracia
Actores: Sancho Gracia
Género: Drama/road movie
Duración: 13capítulos
País: España
Año: 1973-1974
En 1973, Televisión Española emitió una serie titulada Los camioneros que recogía las aventuras de Paco, un guaperas, duro y ligón interpretado por Sancho Gracia, papel que, por aquel tiempo, le venía como anillo al dedo.
La serie comienza con nuestro protagonista trabajando como mecánico en unos grandes talleres y decide optar a la plaza de conductor que ha quedado vacante en la empresa. Tras examinarse y dejar bien claro cómo las gasta, la serie pasa a mostrarnos lo que viene a ser, la vida de este camionero: carretera, kilómetros y aventuras...
No obtuvo esta serie el éxito esperado a pesar de que contó con la cuidada dirección de Mario Camus del que por nombrar alguna de sus grandes películas citaré La colmena (1982) y Los santos inocentes (1983).
Sancho Gracia está deslumbrante en su papel de camionero, se comía la pantalla cada vez que salía en escena y es que no pudieron elegir, en mi opinión, mejor actor para el papel. Paco (Sancho Gracia) se lanza a la carretera con la esperanza de poder ahorrar lo suficiente como para poder comprar su propio camión y ganar dinero de verdad, mientras su novia Loli, a la que no le hace mucha gracia la idea de ver cómo se pierde por esa España de los 70, lo espera.
La banda sonora de la serie es magistral, suena mientras observamos el funcionamiento interno de un motor, obra de Antón García Abril, alegre y juguetona, pero cargada de un halo de nostalgia que te transporta casi por arte de magia, a la cabina de un Pegaso de los setenta.
Es una road movie en toda regla pero con un marcado sentido de lo español.
Adentrémonos un poco en los detalles.
Empezaré por lo que más me gusta y lo que seguro hará que el que lea esto y le encanten los vehículos de aquella época, vuelva a visionarla: LOS CAMIONES.
Sí... con mayúscula, porque aquellos Pegaso tenían algo de lo que carecen todos y cada uno de los vehículos que circulan hoy en día: personalidad.
Los vemos subiendo cuestas, por caminos polvorientos, dehesas, bordeando la costa y atravesando pueblos perdidos que bien parecen detenidos en el tiempo, y grandes ciudades.
Sus formas, sus cuidadas líneas que se reían de palabras como "aerodinámico" o "coeficiente de penetración aerodinámica", rivalizan con sus colores llamativos, fuertes... el sonido tan característico para todo aquel que los escuchara ronronear al ralentí... y rugir con ferocidad animal al reducir marcha mientras subían una pronunciada cuesta... camiones rudos, para duros caminos, de mandos antediluvianos y enormes volantes, sin aire acondicionado, sin GPS...sólo el corazón y la fe del que los conducía por carreteras, llamémoslas así, de una España vieja que abría sus ojos a lo nuevo, hora tras hora... kilómetro a kilómetro...
La carga es variada, desde madera a pescado, como variados son los remolques que aparecen a lo largo de los capítulos, junto con los problemas propios de la profesión como son las averías, el sueño, la conducción con viento y las situaciones, en las que ante todo sobresale el compañerismo.
Por un lado tenemos el paisaje de una España en la que se muestra la mezcla de caminos de tierra con carreteras asfaltadas, donde los burros y los camiones cargan los materiales que construyen los cimientos de la nueva sociedad consumista que amanece. Pueblos de casas viejas, ruinosas, campos anaranjados, secos, pasos de montaña helados, solitarios... la vida del camionero es soledad... soledad y kilómetros...kilómetros y soledad...
Por otro lado, los bares... ese lugar de descanso en la jornada de trabajo, con un buen café o una buena comida casera compartida con los compañeros.
Los bares son tascas, nada de restaurantes de cinco tenedores, tabernas unas más sucias que otras, más oscuras que otras, de esas en las que al entrar te daba una bofetada a vinos varios en toda la cara que te tiraba para atrás, donde un puñado de tíos con boina calada hasta las cejas dejan su partida de dominó para mirarte de arriba abajo cuando entras. Raro es el episodio en que no aparece una comida o un café mientras el camión espera.
Tabaco a punta pala... en una época en la que fumar era cosa de hombres muy hombres, de camisas desabrochadas que mostraban un pecho lobo, símbolo de masculinidad, y es que el cigarro es el único compañero de Paco que no cambia a lo largo de la serie... tabaco, tabaco y más tabaco...el maldito tabaco... y es que siempre se ha dicho eso de "fumas más que un carretero".
Paco es un tipo ligón, duro, compañero y cumplidor con su oficio, ama su profesión y la libertad que comporta, a pesar de las penurias, a pesar de la dureza siempre sale airoso de las situaciones, unas más creíbles que otras, a las que se enfrenta a lo largo de los trece episodios de la serie.
Sancho Gracia es el camionero perfecto de voz rajada y dura, con su inseparable cigarrillo en los labios, dominando a esa bestia de varias toneladas desde el trono de la cabina de un Pegaso...
Yo no la vi cuando en 1973 la pasaron por la caja tonta, fue mucho más tarde, con la llegada de las series a los DVD. Recuerdo que en mi casa, mis padres en alguna que otra ocasión la nombraron y un día, la busqué, movido por mi afición a los vehículos conocidos hoy en día como clásicos populares. Me dio lo que esperaba y algo más. Trajo a mi mente recuerdos de mi infancia, subiendo al camión de mi padre, viajando con él por esas carreteras, caminos, tierra, polvo, pueblos, bares de carretera... todo. El sonido del motor, el olor a grasa, a gas-oil, fríos amaneceres, espectaculares entre montañas a través del cristal de un camión, campo, kilómetros, libertad...
Para el que nada tenga que ver con el mundo del transporte pesado, puede ser un testimonio estupendo de la España de los setenta, para los que han viajado a lomos de aquellos fabulosos colosos del motor, es una ventana a tus recuerdos...
"...ahora te vas a dar cuenta de lo que es el sueño agarrado al volante, de lo que es cambiar una rueda en la nieve con veinte, treinta o sesenta toneladas encima, de lo que es llevar un volumen de carga que sobrepase mucho la cabina y que el viento te lleve de un lado a otro de la carretera, de lo que es pasar por una ciudad y no poder mirarla, de lo que es hacer un buen trabajo por el gusto de hacerlo sin que nadie te vigile... y hacerlo bien... Sí, es muy dura esta profesión... pero abres la ventanilla... y entra el aire"
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