Género: Comedia/Drama
Duración:108 min
País: ESPAÑA
Año: 1976
Nos encontramos con una road movie en toda regla, ya que cumple con la principal premisa de este tipo de films que tan populares se hicieron en los setenta: viajar del punto A al punto B. Por medio se va desarrollando la trama.
Y es que no nos engañemos, El Puente no es una película propia del "Landismo", más bien es su salida de nuestro gran y querido Alfredo Landa del mismo, demostrando a todo el mundo que había un pedazo de actor como la copa de un pino escondido bajo ese personaje "típo" que en tan innumerables ocasiones protagonizó.
Es una película de suecas, de machos ibéricos, de sol, de playas, de chicas en biquini y mujeres "ligeras", todo ello sólo dentro de la cabeza del personaje, pero también, y ese es el verdadero corazón de la misma, es una película con fuerte contenido social que plasma el viaje iniciático de un obrero que pasa olimpicamente de la realidad de los problemas sociales de su tiempo, hacia la toma de la conciencia obrera. Pero no hay que asustarse, que no se trata de una película infumable para espectadores sesudos, pues el maestro Bardem narra con tal arte la historia que no te aburres ni un solo instante, ya que acompañamos en ese viaje, como ya hemos dicho antes, nada más y nada menos que a Alfredo Landa que se ríe de sí mismo y de ese personaje "landista" que tantas veces interpretó, autoparodiándose de forma magistral.
En su tiempo, pasó sin pena ni gloria por las salas españolas, pero ese tiempo se ha encargado de situarla en el lugar que merece, el de una joya del cine español que aún está por descubrir, un cine comprometido con los problemas de la sociedad de aquel tiempo y no con la taquilla, como sucede hoy en día con la inmensa mayoría de filmes españoles, un cine reflejo de una época de cambios que se avecinaban y donde lo viejo y lo nuevo creaban una" zona de subducción" magistralmente reflejada en esta película.
Arropando al personaje principal, hay un elenco de secundarios muy conocidos de nuestro cine tales como Francisco Algora, Josele Román, Victoria Abril, Pilar Bardem, Manuel Alexandre, ÁLvaro de Luna y Fernando Sánchez Polack entre otros.
Pero también hay otros "protagonistas" que a mi juício, son tan principales como Juan ( Landa ): la Montesa Impala sobre la que Juan cabalga hacia su toma de conciencia, los paisajes, la luz de los atardeceres y esa bruma casi imperceptible que te hace oler el campo y el polvo de la carretera, una carretera cargada de encanto, la general, por la que circulan vehículos que harán las delicias de los amantes de los clásicos españoles (Seat, Citroën, Sava). Una carretera general que cruzaba pueblos, que pasaba del carril de un sólo sentido a ser doble, en la que podías parar a comprar un melón en un puesto hecho a base de palos y paja por cuatro perras... Hoy sería imposible hacer una road movie en nuestras autovías de infarto.
En el apartado musical, la banda sonora compuesta por José Nieto cumple a las mil maravillas arropando el conjunto.
Como primera imágen, tenemos el primer plano del trasero de una moza de buen ver, con el que Bardem nos engaña por un momento... Es como si pretendiera hacernos creer que es otra película más "al estilo Landa", pero no tarda uno en darse cuenta que de eso nada, el ambiente de la película, nada más aparecer los mecánicos, es diferente.
El segundo detalle lo encontramos en los vestuarios, donde no falta la grasa y poster de chicas propios de un taller mecánico, sin los cuales yo creo que no sería tal, pero quedan eclipsados por las siglas de un sindicato.
Comienza todo con un hecho: sesenta horas de puente...
A las una de la tarde sonará la sirena y Juan, será libre. Para ello deja a un cliente que tiene un seiscientos estropeado, con su familia que no se pueden ir de puente con el coche en esas condiciones. A Juan no le importa, ya que es totalmente insolidario con los problemas de los demás y además... lo espera su "chavala".
Ese seiscientos, que motorizó una españa atrasada, que dio libertad a las familias, independencia. El seiscientos como símbolo de una época al que Juan deja abandonado para seguir su camino, tal vez sea el primer mensaje que nos envía Bardem, dejando de lado esa España del seiscientos.
Nuestro personaje se dispone a recoger a su novia y a otra pareja para irse de camping cuando descubre que la chica lo deja plantado por un grupo de gente más joven que él y con mejor posición social. Es entonces cuando decide "darse el piro" a la costa, a Torremolinos.
A lomos de La Poderosa, así llama a la Montesa Impala, devora kilómetro tras kilómetro, sufriendo mil y una aventuras como una especie de Quijote que no tiene ninguna intención de deshacer un solo entuerto, pero que los deshace muy a su pesar, escarmentando a racistas, ayudando a una compañía de teatro y a un torero miedoso. Por contra, se topa con un accidente en el que hay muertos, un entierro, unos hippies y unos viejos amigos emigrantes que hicieron fortuna en Alemania, lo cual recuerda a lo que le habría sucedido al personaje de Vente a Alemania, Pepe, si hubiera continuado la historia de aquella entrañable película.
Me encanta la escena en la que Juan se enzarza con un inventor de pacotilla mientras va "de prestao en una mula" y lo llaman "muerto de hambre".
Así que tras un sin fin de peripecias con personajes de escala social opuesta e incluso autenticos locos al volante de un Ford Mustang, nuestro Landa llega a Torremolinos...
Allí no hay suecas... no hay nadie... tan sólo el atardecer que genera un sol mortecino, arena y el mar. Manolo la Nuit no pasea palmito por esas playas, producto nacional ibérico, guiño inmejorable a mi juicio a todo el Landismo, tan sólo el Torremolinos de 1976, una playa con casitas de pescadores al fondo, un chiringuito... nada que ver con lo que hay hoy en día.
Se fuma un Ducados... y habla a su inseparable compañera Poderosa. Ha desperdiciado un puente, no hay ligues, no hay nadie en la playa y lo que es peor... ya no hay tiempo, debe regresar.
El regreso es frío, de noche y los recuerdos del viaje lo persiguen. Cuando llega la hora de volver al trabajo, encuentra a sus compañeros sindicalistas que lo reciben con los brazos abiertos ante el cambio de actitud.
Por último, no quiero acabar sin mencionar el lenguaje usado a lo largo de toda la película, un lenguaje castizo, con expresiones ya olvidadas como "este cura se las pira", "... que te chiste y ya verás lo fino que eres", que resulta como salido de otro tiempo, o que Landa, como buen motorista, no usó dobles. Los soliloquios a lomos de la Poderosa en boca de otro hubieran sido un tostón casi con total seguridad, pero en labios de Alfredo, son una autentica maravilla...
Rodada en las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Jaén, Granada y Málaga, El Puente, que suponemos es el de la virgen de agosto por el comentario que hace el ayudante del cacique andaluz, es una road movie con la que viajaremos a aquella España de vehículos con personalidad propia, carreteras con bares sencillos a cada paso, bocatas de tortilla con una cerveza y playas malagueñas casi de ensueño en nuestros días.
La primera vez que la vi, me gustó, aunque la vi por encima, sin esperar mucho de ella o mejor dicho, esperando lo mismo de siempre, pero fue en posteriores visionados cuando fui descubriendo lo que acabo de contar y seguramente, habrá muchas más cosas por descubrir, porque una obra tan especial como esta, con un solo pase, no es suficiente. Si te gusta ver a un Alfredo Landa que se rie de sí mismo y de sus tópicos personajes, no te defraudará.
Comienza todo con un hecho: sesenta horas de puente...
A las una de la tarde sonará la sirena y Juan, será libre. Para ello deja a un cliente que tiene un seiscientos estropeado, con su familia que no se pueden ir de puente con el coche en esas condiciones. A Juan no le importa, ya que es totalmente insolidario con los problemas de los demás y además... lo espera su "chavala".
Ese seiscientos, que motorizó una españa atrasada, que dio libertad a las familias, independencia. El seiscientos como símbolo de una época al que Juan deja abandonado para seguir su camino, tal vez sea el primer mensaje que nos envía Bardem, dejando de lado esa España del seiscientos.
Nuestro personaje se dispone a recoger a su novia y a otra pareja para irse de camping cuando descubre que la chica lo deja plantado por un grupo de gente más joven que él y con mejor posición social. Es entonces cuando decide "darse el piro" a la costa, a Torremolinos.
A lomos de La Poderosa, así llama a la Montesa Impala, devora kilómetro tras kilómetro, sufriendo mil y una aventuras como una especie de Quijote que no tiene ninguna intención de deshacer un solo entuerto, pero que los deshace muy a su pesar, escarmentando a racistas, ayudando a una compañía de teatro y a un torero miedoso. Por contra, se topa con un accidente en el que hay muertos, un entierro, unos hippies y unos viejos amigos emigrantes que hicieron fortuna en Alemania, lo cual recuerda a lo que le habría sucedido al personaje de Vente a Alemania, Pepe, si hubiera continuado la historia de aquella entrañable película.
Me encanta la escena en la que Juan se enzarza con un inventor de pacotilla mientras va "de prestao en una mula" y lo llaman "muerto de hambre".
Así que tras un sin fin de peripecias con personajes de escala social opuesta e incluso autenticos locos al volante de un Ford Mustang, nuestro Landa llega a Torremolinos...
Allí no hay suecas... no hay nadie... tan sólo el atardecer que genera un sol mortecino, arena y el mar. Manolo la Nuit no pasea palmito por esas playas, producto nacional ibérico, guiño inmejorable a mi juicio a todo el Landismo, tan sólo el Torremolinos de 1976, una playa con casitas de pescadores al fondo, un chiringuito... nada que ver con lo que hay hoy en día.
Se fuma un Ducados... y habla a su inseparable compañera Poderosa. Ha desperdiciado un puente, no hay ligues, no hay nadie en la playa y lo que es peor... ya no hay tiempo, debe regresar.
El regreso es frío, de noche y los recuerdos del viaje lo persiguen. Cuando llega la hora de volver al trabajo, encuentra a sus compañeros sindicalistas que lo reciben con los brazos abiertos ante el cambio de actitud.
Por último, no quiero acabar sin mencionar el lenguaje usado a lo largo de toda la película, un lenguaje castizo, con expresiones ya olvidadas como "este cura se las pira", "... que te chiste y ya verás lo fino que eres", que resulta como salido de otro tiempo, o que Landa, como buen motorista, no usó dobles. Los soliloquios a lomos de la Poderosa en boca de otro hubieran sido un tostón casi con total seguridad, pero en labios de Alfredo, son una autentica maravilla...
Rodada en las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Jaén, Granada y Málaga, El Puente, que suponemos es el de la virgen de agosto por el comentario que hace el ayudante del cacique andaluz, es una road movie con la que viajaremos a aquella España de vehículos con personalidad propia, carreteras con bares sencillos a cada paso, bocatas de tortilla con una cerveza y playas malagueñas casi de ensueño en nuestros días.
La primera vez que la vi, me gustó, aunque la vi por encima, sin esperar mucho de ella o mejor dicho, esperando lo mismo de siempre, pero fue en posteriores visionados cuando fui descubriendo lo que acabo de contar y seguramente, habrá muchas más cosas por descubrir, porque una obra tan especial como esta, con un solo pase, no es suficiente. Si te gusta ver a un Alfredo Landa que se rie de sí mismo y de sus tópicos personajes, no te defraudará.
"Bueno chica, por lo menos ya has visto el mar. Y ahora... qué..."
Muy buen artículo, me ha gustado especialmente el elemento de nostalgía respecto a las costumbres y vehículos propios de una época de transición que a los de nuestra generación nos tocó vivir
ResponderEliminarGracias por tu amabilidad. Celebro que te haya gustado.
ResponderEliminarMuy buen artículo, el blog en general me gusta. ¿Para cuándo más secciones y artículos?
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EliminarEstamos en ello. Gracias por tu opinión
Excelente articulo de un gran actor del cine español. Sirve como homenaje a toda su carrera.
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