No se hacen 500 millones de amigos sin hacer ningún enemigo
. Así reza el cartel publicitario de "La red social", la penúltima de las películas de David Fincher. Basada en la biografía del creador de Facebook, David Zuckerberg, el film nos narra los avatares del proceso de creación de esta extensa red que ha atrapado a gran parte de la comunidad internauta. ¿Pero se puede hacer una película sobre Facebook? Eso es lo que debió de pensar gran parte del público cuando oyó que se iba a rodar La red social, pero el tiempo dio la razón a su director. Basada en la novela ‘Multimillonarios por accidente’ de Ben Mezrich y con un guión sin fisuras de Aaron Sorkin, La red social funciona como un trasunto de la sociedad de nuestro tiempo. Las nuevas tecnologías han conseguido lo imposible, que es conectar a todo el planeta a la altura de un teclado y un ratón. Debería haber servido para establecer más relaciones, más conexiones y más relaciones interpersonales. Pero La red social nos muestra que, en plena era de las comunicaciones, es tal vez cuando más solos estamos. Analicemos la película. Nos narra los inicios del millonario más joven del mundo, en sus años de universidad. La apertura sigue a Zuckerberg hacia un bar. Alli tiene lugar una conversación con su hasta entonces novia. El hasta entonces no es casual. La personalidad del genio de Facebook hará que, a través del incisivo guión de Sorkin, la conversación se deslice hacia una serie de preguntas que derivarán en la ruptura de la pareja. Con un montaje que alterna decenas de planos, esta apertura nos deja entrever la calidad del filme que estamos empezando a ver. Esta apertura no es baladí, pues será el detonante de la creación de la red social. El guión nos lleva desde algo tan aparentemente nimio como es un novio algo despechado, hacia la creación de la mayor red de comunicación que la humanidad haya conocido jamás. Pero La red social actúa como una crítica de la sociedad actual. La creación de Facebook llevará a su creador, Zuckerberg, a algo que, en principio, es contraproducente respecto a su propia creación. Si Facebook es creada para comunicar, para relacionarse, el film nos muestra como, su propia codicia, le llevará a perder, paradójicamente, a su verdadero único amigo. El joven más popular del mundo, pierde al único amigo de verdad., a cambio de crear la red que facilita la comunicación. La red social funciona como una especie de Ciudadano Kane. A través de flashbacks, la película va recordando la creación de este mito moderno, a la vez que se desarrolla el juicio entre Zuckerberg y el cofundador de Facebook, Eduardo Saverin, cómo aquel se apropia de una idea ajena y la transforma en el germen de la red social más popular del mundo.
La red social
funciona como un espejo, en el que quedan reflejada una idea básica: la actual soledad a la que el ser humano se va encaminando a través del uso de las tecnologías. Basta comparar el inicio y el final. Si el principio vemos al propio Zuckerberg en un pub junto a su novia, el epílogo nos muestra al propio autor de Facebook delante de su ordenador, solo, esperando que su ex le acepte como amigo en la red social. De nada sirve interconectarnos, si no tenemos la respuesta de la persona a quien queremos, ahí está la clave que el film de Fincher pretende exponernos. Por muy lejos que llegue la tecnología, son las relaciones lo que nos hace humanos.
La red social
nos sumerge en el mundo de la universidad, a través de los ojos de estos personajes que, sin saberlo, están creando esta red global de comunicación. De cómo Zuckerberg es un inadaptado social (de nuevo, una clara crítica de nuestro tiempo y formas de vida) y de cómo, en el fondo, nuestro modelo de vida lo acaban dirigiendo chicos como éste, que pueden pasarse horas y horas programando, pero no tienen valores a la hora de despreciar la amistad en pos de una idea. El mundo de La red social es visto a través de la cámara de David Fincher como un modelo aséptico en el que todo parece artificial, es un mundo de fiestas, chicos con padres adinerados, nada que ver con otros de los anteriores filmes como Seven.
Desde el punto de vista de las interpretaciones, destacar a Jesse Eisenberg, que da vida a Zuckerberg. Borda su papel de inadaptado social, a través de multitud de frases que son lanzadas a toda velocidad por el ya mencionado guión de Sorkin. Su papel es meritorio, porque corre el riesgo desde empatizar con el espectador como de ser el blanco de las iras del mismo, al ver como éste actúa de forma meticulosa, robótica diría yo, capaz de hacer fórmulas matemáticas a la velocidad del rayo, pero cuyo cerebro apenas puede procesar que la amistad debe estar por encima de todo. También destaco el papel de Armie Hammer dando vida a los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss. Sí, ambos son el mismo actor. Mediante un uso primoroso de los efectos visuales, el actor se desdobla para ofrecer una doble interpretación, de dos hermanos cuyo carácter es diferente, aunque al final terminan uniendo esfuerzos contra Zuckerberg.
Apoyada en la banda sonora de Trent Reznor, metálica, que le da un aire sofisticado y a la vez inhumano al filme, que le viene estupendamente: lejos queda el uso de la cuerda para reflejar al ser humano, es lo artificial lo que triunfa ahora en el mundo cibernético, y la banda sonora es un fiel reflejo del mismo, mediante el uso de sintetizadores y otros instrumentos modernos. Del mismo modo, el montaje, rápido y ágil, nos lleva del presente al pasado con transiciones fugaces, todo ello impregnado de un ritmo endiablado, que dota a la obra de Fincher de un dinamismo que, junto al guión afilado de Sorkin, hacen de La red social una obra casi perfecta, que nos muestra una radiografía del siglo XXI como pocos filmes actuales han sabido transmitir. Dicho montaje intercala presente/pasado con una gran precisión que, unido a una fotografía donde predominan los tonos azules, negros y cálidos, dotan a La red social de un acabado visual que sin duda entra por la vista.
Como colofón, decir que La red social es una crónica de nuestro tiempo, que muestra la deshumanización del propio ser humano a través de la vida de un personaje que, para bien o para mal, ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con el resto del mundo. Porque, como dice uno de los personajes, Internet no se escribe con lápiz, se escribe con tinta, y la tinta deja huella, tal y como hace este film de Fincher.
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