lunes, 29 de abril de 2013

La red social


INTERNET NO SE ESCRIBE CON LAPIZ, SE ESCRIBE CON TINTA.


No se hacen 500 millones de amigos sin hacer ningún enemigo
. Así reza el cartel publicitario de "La red social", la penúltima de las películas de David Fincher. Basada en la biografía del creador de Facebook, David Zuckerberg, el film nos narra los avatares del proceso de creación de esta extensa red que ha atrapado a gran parte de la comunidad internauta. ¿Pero se puede hacer una película sobre Facebook? Eso es lo que debió de pensar gran parte del público cuando oyó que se iba a rodar La red social, pero el tiempo dio la razón a su director. Basada en la novela ‘Multimillonarios por accidente’ de Ben Mezrich y con un guión sin fisuras de Aaron Sorkin, La red social funciona como un trasunto de la sociedad de nuestro tiempo. Las nuevas tecnologías han conseguido lo imposible, que es conectar a todo el planeta a la altura de un teclado y un ratón. Debería haber servido para establecer más relaciones, más conexiones y más relaciones interpersonales. Pero La red social nos muestra que, en plena era de las comunicaciones, es tal vez cuando más solos estamos. Analicemos la película. Nos narra los inicios del millonario más joven del mundo, en sus años de universidad. La apertura sigue a Zuckerberg hacia un bar. Alli tiene lugar una conversación con su hasta entonces novia. El hasta entonces no es casual. La personalidad del genio de Facebook hará que, a través del incisivo guión de Sorkin, la conversación se deslice hacia una serie de preguntas que derivarán en la ruptura de la pareja. Con un montaje que alterna decenas de planos, esta apertura nos deja entrever la calidad del filme que estamos empezando a ver. Esta apertura no es baladí, pues será el detonante de la creación de la red social. El guión nos lleva desde algo tan aparentemente nimio como es un novio algo despechado, hacia la creación de la mayor red de comunicación que la humanidad haya conocido jamás. Pero La red social actúa como una crítica de la sociedad actual. La creación de Facebook llevará a su creador, Zuckerberg, a algo que, en principio, es contraproducente respecto a su propia creación. Si Facebook es creada para comunicar, para relacionarse, el film nos muestra como, su propia codicia, le llevará a perder, paradójicamente, a su verdadero único amigo. El joven más popular del mundo, pierde al único amigo de verdad., a cambio de crear la red que facilita la comunicación. La red social funciona como una especie de Ciudadano Kane. A través de flashbacks, la película va recordando la creación de este mito moderno, a la vez que se desarrolla el juicio entre Zuckerberg y el cofundador de Facebook, Eduardo Saverin, cómo aquel se apropia de una idea ajena y la transforma en el germen de la red social más popular del mundo.


La red social

funciona como un espejo, en el que quedan reflejada una idea básica: la actual soledad a la que el ser humano se va encaminando a través del uso de las tecnologías. Basta comparar el inicio y el final. Si el principio vemos al propio Zuckerberg en un pub junto a su novia, el epílogo nos muestra al propio autor de Facebook delante de su ordenador, solo, esperando que su ex le acepte como amigo en la red social. De nada sirve interconectarnos, si no tenemos la respuesta de la persona a quien queremos, ahí está la clave que el film de Fincher pretende exponernos. Por muy lejos que llegue la tecnología, son las relaciones lo que nos hace humanos.


La red social

nos sumerge en el mundo de la universidad, a través de los ojos de estos personajes que, sin saberlo, están creando esta red global de comunicación. De cómo Zuckerberg es un inadaptado social (de nuevo, una clara crítica de nuestro tiempo y formas de vida) y de cómo, en el fondo, nuestro modelo de vida lo acaban dirigiendo chicos como éste, que pueden pasarse horas y horas programando, pero no tienen valores a la hora de despreciar la amistad en pos de una idea. El mundo de La red social es visto a través de la cámara de David Fincher como un modelo aséptico en el que todo parece artificial, es un mundo de fiestas, chicos con padres adinerados, nada que ver con otros de los anteriores filmes como Seven.
Desde el punto de vista de las interpretaciones, destacar a Jesse Eisenberg, que da vida a Zuckerberg. Borda su papel de inadaptado social, a través de multitud de frases que son lanzadas a toda velocidad por el ya mencionado guión de Sorkin. Su papel es meritorio, porque corre el riesgo desde empatizar con el espectador como de ser el blanco de las iras del mismo, al ver como éste actúa de forma meticulosa, robótica diría yo, capaz de hacer fórmulas matemáticas a la velocidad del rayo, pero cuyo cerebro apenas puede procesar que la amistad debe estar por encima de todo. También destaco el papel de Armie Hammer dando vida a los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss. Sí, ambos son el mismo actor. Mediante un uso primoroso de los efectos visuales, el actor se desdobla para ofrecer una doble interpretación, de dos hermanos cuyo carácter es diferente, aunque al final terminan uniendo esfuerzos contra Zuckerberg.
Apoyada en la banda sonora de Trent Reznor, metálica, que le da un aire sofisticado y a la vez inhumano al filme, que le viene estupendamente: lejos queda el uso de la cuerda para reflejar al ser humano, es lo artificial lo que triunfa ahora en el mundo cibernético, y la banda sonora es un fiel reflejo del mismo, mediante el uso de sintetizadores y otros instrumentos modernos. Del mismo modo, el montaje, rápido y ágil, nos lleva del presente al pasado con transiciones fugaces, todo ello impregnado de un ritmo endiablado, que dota a la obra de Fincher de un dinamismo que, junto al guión afilado de Sorkin, hacen de La red social una obra casi perfecta, que nos muestra una radiografía del siglo XXI como pocos filmes actuales han sabido transmitir. Dicho montaje intercala presente/pasado con una gran precisión que, unido a una fotografía donde predominan los tonos azules, negros y cálidos, dotan a La red social de un acabado visual que sin duda entra por la vista.

Como colofón, decir que La red social es una crónica de nuestro tiempo, que muestra la deshumanización del propio ser humano a través de la vida de un personaje que, para bien o para mal, ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con el resto del mundo. Porque, como dice uno de los personajes, Internet no se escribe con lápiz, se escribe con tinta, y la tinta deja huella, tal y como hace este film de Fincher.

lunes, 8 de abril de 2013

El puente (1976)

Dirección: Juan Antonio Bardem

Género: Comedia/Drama

Duración:108 min

País: ESPAÑA

Año: 1976


Nos encontramos con una road movie en toda regla, ya que cumple con la principal premisa de este tipo de films que tan populares se hicieron en los setenta: viajar del punto A al punto B. Por medio se va desarrollando la trama.
Y es que no nos engañemos, El Puente no es una película propia del "Landismo", más bien es su salida de nuestro gran y querido Alfredo Landa del mismo, demostrando a todo el mundo que había un pedazo de actor como la copa de un pino escondido bajo ese personaje "típo" que en tan innumerables ocasiones protagonizó.
Es una película de suecas, de machos ibéricos, de sol, de playas, de chicas en biquini y mujeres "ligeras", todo ello sólo dentro de la cabeza del personaje, pero también, y ese es el verdadero corazón de la misma, es una película con fuerte contenido social que plasma el viaje iniciático de un obrero que pasa olimpicamente de la realidad de los problemas sociales de su tiempo, hacia la toma de la conciencia obrera. Pero no hay que asustarse, que no se trata de una película infumable para espectadores sesudos, pues el maestro Bardem narra con tal arte la historia que no te aburres ni un solo instante, ya que acompañamos en ese viaje, como ya hemos dicho antes, nada más y nada menos que a Alfredo Landa que se ríe de sí mismo y de ese personaje "landista" que tantas veces interpretó, autoparodiándose de forma magistral.
En su tiempo, pasó sin pena ni gloria por las salas españolas, pero ese tiempo se ha encargado de situarla en el lugar que merece, el de una joya del cine español que aún está por descubrir, un cine comprometido  con los problemas de la sociedad de aquel tiempo y no con la taquilla, como sucede hoy en día con la inmensa mayoría de filmes españoles, un cine reflejo de una época de  cambios que se avecinaban y donde lo viejo y lo nuevo creaban una" zona de subducción" magistralmente reflejada en esta película.
Arropando al personaje principal, hay un elenco de secundarios muy conocidos de nuestro cine tales como Francisco Algora, Josele Román, Victoria Abril, Pilar Bardem, Manuel Alexandre, ÁLvaro de Luna y Fernando Sánchez Polack entre otros.
Pero también hay otros "protagonistas" que a mi juício, son tan principales como Juan ( Landa ): la Montesa Impala sobre la que Juan cabalga hacia su toma de conciencia, los paisajes, la luz de los atardeceres y esa bruma casi imperceptible que te hace oler el campo y el polvo de la carretera, una carretera cargada de encanto, la general, por la que circulan vehículos que harán las delicias de los amantes de los clásicos españoles (Seat, Citroën, Sava). Una carretera general que cruzaba pueblos, que pasaba del carril de un sólo sentido a ser doble, en la que podías parar a comprar un melón en un puesto hecho a base de palos y paja por cuatro perras... Hoy sería imposible hacer una road movie en nuestras autovías de infarto.
En el apartado musical, la banda sonora compuesta por José Nieto cumple a las mil maravillas arropando el conjunto.
 
Como primera imágen, tenemos el primer plano del trasero de una moza de buen ver, con el que Bardem nos engaña por un momento... Es como si pretendiera hacernos creer que es otra película más "al estilo Landa", pero no tarda uno en darse cuenta que de eso nada, el ambiente de la película, nada más aparecer los mecánicos, es diferente.
El segundo detalle lo encontramos en los vestuarios, donde no falta la grasa y poster de chicas propios de un taller mecánico, sin los cuales yo creo que no sería tal, pero quedan eclipsados por las siglas de un sindicato.
Comienza todo con un hecho: sesenta horas de puente...
A las una de la tarde sonará la sirena y Juan, será libre. Para ello deja a un cliente que tiene un seiscientos estropeado, con su  familia que no se pueden ir de puente con el coche en esas condiciones. A Juan no le importa, ya que es totalmente insolidario con los problemas de los demás y además... lo espera su "chavala".
Ese seiscientos, que motorizó una españa atrasada, que dio libertad a las familias, independencia. El seiscientos como símbolo de una época al que Juan deja abandonado para seguir su camino, tal vez sea el primer mensaje que nos envía Bardem, dejando de lado esa España del seiscientos.
Nuestro personaje se dispone a recoger a su novia y a otra pareja para irse de camping cuando descubre que la chica lo deja plantado por un grupo de gente más joven que él y con mejor posición social. Es entonces cuando decide "darse el piro" a la costa, a Torremolinos.
A lomos de La Poderosa, así llama a la Montesa Impala, devora kilómetro tras kilómetro, sufriendo mil y una aventuras como una especie de Quijote que no tiene ninguna intención de deshacer un solo entuerto, pero que los deshace muy a su pesar, escarmentando a racistas, ayudando a una compañía de teatro y a un torero miedoso. Por contra, se topa con un accidente en el que hay muertos, un entierro, unos hippies y unos viejos amigos emigrantes que hicieron fortuna en Alemania, lo cual recuerda a lo que le habría sucedido al personaje de Vente a Alemania, Pepe, si hubiera continuado la historia de aquella entrañable película.
Me encanta la escena en la que Juan se enzarza con un inventor de pacotilla mientras va "de prestao en una mula" y lo llaman "muerto de hambre".
Así que tras un sin fin de peripecias con personajes de escala social opuesta e incluso autenticos locos al volante de un Ford Mustang, nuestro Landa llega a Torremolinos...
Allí no hay suecas... no hay nadie... tan sólo el atardecer que genera un sol mortecino, arena y el mar. Manolo la Nuit no pasea palmito por esas playas, producto nacional ibérico, guiño inmejorable a mi juicio a todo el Landismo, tan sólo el Torremolinos de 1976, una playa con casitas de pescadores al fondo, un chiringuito... nada que ver con lo que hay hoy en día.
Se fuma un Ducados... y habla a su inseparable compañera Poderosa. Ha desperdiciado un puente, no hay ligues, no hay nadie en la playa y lo que es peor... ya no hay tiempo, debe regresar.
El regreso es frío, de noche y los recuerdos del viaje lo persiguen. Cuando llega la hora de volver al trabajo, encuentra a sus compañeros sindicalistas que lo reciben con los brazos abiertos ante el cambio de actitud.
Por último, no quiero acabar sin mencionar el lenguaje usado a lo largo de toda la película, un lenguaje castizo, con expresiones ya olvidadas como "este cura se las pira", "... que te chiste y ya verás lo fino que eres", que resulta como salido de otro tiempo, o que Landa, como buen motorista, no usó dobles. Los soliloquios a lomos de la Poderosa en boca de otro hubieran sido un tostón casi con total seguridad, pero en labios de Alfredo, son una autentica maravilla...
Rodada en las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Jaén, Granada y Málaga, El Puente, que suponemos es el de la virgen de agosto por el comentario que hace el ayudante del cacique andaluz, es una road movie con la que viajaremos a aquella España de vehículos con personalidad propia, carreteras con bares sencillos a cada paso, bocatas de tortilla con una cerveza y playas malagueñas casi de ensueño en nuestros días.

La primera vez que la vi, me gustó, aunque la vi por encima, sin esperar mucho de ella o mejor dicho, esperando lo mismo de siempre, pero fue en posteriores visionados cuando fui descubriendo lo que acabo de contar y seguramente, habrá muchas más cosas por descubrir, porque una obra tan especial como esta, con un solo pase, no es suficiente. Si te gusta ver a un Alfredo Landa que se rie de sí mismo y de sus tópicos personajes, no te defraudará.

"Bueno chica, por lo menos ya has visto el mar. Y ahora... qué..."





jueves, 4 de abril de 2013

Highschool of the Dead.





Son muchas ya las películas de zombis, y las que quedan por salir, por suerte para los zombífilos. En cambio, animes de zombis son muy pocos, y este tiene algunos elementos que merece la pena comentar. Está basado en un manga del mismo nombre de 2006, si bien el anime empezó a emitirse en 2010, constando, por ahora, de una temporada de 12 episodios. Dividiré el análisis en tres partes: la historia, los zombis y el erotismo, que son los elementos más destacables de la serie.


Qué esta pasando…

La serie arranca enseguida: en el instituto de nuestra pandilla, aparece una persona con un comportamiento extraño. Un profesor se acerca para llamarle la atención, y el resto os lo podéis imaginar…

La historia se desarrolla en espacios abiertos y cerrados, empezando en el instituto, pasando por un piso franco, una mansión y otros lugares variopintos, que sirven a veces de refugio y otras veces se convierten en encerrona. Como tantas películas de zombis, es en parte una road movie, en búsqueda permanente de un lugar donde sentirse seguros. Las situaciones son las típicas del cine americano: conducción de grandes vehículos para huir y aplastar zombis, matar a conocidos una vez infectados, luchar con personas a las que se les ha ido la olla, etc. Tiene todos los lugares comunes del cine de muertos vivientes, y todos los tópicos del anime. Una mezcla curiosa y divertida.

La plaga, que se desarrolla muy rápido, obliga a nuestros sufridos alumnos a aprender nuevas estrategias para sobrevivir y relacionarse. Así ocurre en una de las escenas del segundo episodio: Parte de los alumnos, para refugiarse del caos, van a la sala de profesores en busca de apoyo de algún adulto, sin imaginarse que es justo donde más peligro corren, pues los que han sido mordidos han ido allí. Las viejas normas y seguridades ya no existen. Siendo una situación traumática, hay dos personajes que se sienten a gusto entre tanta violencia: Saeko, una extraordinaria luchadora con instintos asesinos que ahora puede desarrollar sin remordimientos, y Kohta, un otaku que podrá usar por fin armas para matar, dando rienda suelta a su lado psicópata.

En Occidente, estamos acostumbrados a que las películas y series tengan un final que cierre la historia, encajando todas las subtramas, sabiendo al final los porqués y cómo terminan afectando a los protagonistas. En Japón, el final como tal no tiene por qué ser más que una pausa en la historia, y las subtramas a menudo no pasan de pinceladas. Si bien en nuestra tradición cinematográfica, a menudo el final se nota forzado, cerrando de mala manera la trama, en Japón, suele meterse demasiada paja, siendo buena parte de los animes muy confusos para un occidental, que buscará, infructuosamente, una explicación lógica a tanto mensaje supuestamente trascendental. Highschool of the Dead, tiene una trama sencilla, basada en la acción, pasando por encima del origen de la plaga, teniendo en todo momento un buen ritmo.


Los zombis…

Cada director tiene su propia idea del muerto viviente, desde los torpones de Romero, hasta los enloquecidos de La horda, teniendo en común el deseo irrefrenable de comer personas. Los de este anime son los clásicos, torpes y lentos, salvo en la infección, que tarda tan solo unos minutos desde la mordedura. Tienen la peculiaridad de ser ciegos, guiándose por el oído exclusivamente, pues no parecen tener ningún otro sentido operativo. Siendo una serie de zombis, en la que la mueren infinidad de personas y decenas de zombis son destruidos, llama la atención que la violencia contra los zombis no es explícita, se ve mucha sangre pero sin mostrar los golpes o disparos. Curiosamente, hay un par de escenas bastante más crudas, pero contra humanos vivos, sobre todo en la magnífica escena del padre que intenta salvar a su hija, cuya muerte es sobrecogedora, mostrando el ataque y la herida mortal con un detalle que se evita con los zombis, algo que me llama mucho la atención.


El erotismo…

La serie puede catalogarse como Ecchi, es decir, hay un componente erótico importante, pero siempre en plan ingenuo, con chicas adolescentes  tan cándidas como exuberantes. Justo así son las chicas de nuestro anime, con atributos generosos, a los que la cámara sorprende en los sitios más morbosos. Vemos, principalmente, tres situaciones con marcado carácter erótico:

  1. En situaciones de extremo peligro, por ejemplo cuando una chica cae al suelo al ser atacada, la cámara se pone a ras del suelo para enseñarnos sus bragas, o corriendo para disparar, sus senos rebotan saliéndose casi del escote. Como si supiesen que las miramos, se ruborizan.
  2. En el baño, se dedican a meterse mano, siempre avergonzada la que recibe el manoseo, sufriendo y disfrutando a la vez, suponiendo que toda chica es bisexual en el fondo, para deleite del mirón.
  3. Después del baño, al no tener ropa de recambio, tienen que ponerse tangas, lencería, y demás prendas dos tallas más pequeñas, paseándose así por toda la casa. Los chicos, de puro susto casi salen corriendo.


Se preguntará el lector, a qué viene ese análisis detallado de las escenas  más picantes. Las usaré para reflexionar sobre el erotismo en el anime, como reflejo indirecto, aunque certero, de ciertos aspectos de la vida sexual japonesa. Analicemos punto por punto:

  1. En lugar de crear situaciones sensuales, el peligro y la urgencia se asocian con el deseo, con la chica a punto de morir o histérica por tener que actuar contrarreloj. El código erótico sería el de la chica indefensa o en situación crítica, ¿quién se imagina excitarse en ese momento? 
  2. Las chicas juegan y se hacen rabiar, no buscan el placer, viene indirectamente de una situación incómoda, en la que la que actúa no es consciente de que la otra quiere que pare, pero no se atreve a decírselo, y claro, ¡no tiene más remedio que disfrutar! El código erótico es la incomodidad, el someterse a un tocamiento no deseado porque las chicas han de ser sumisas y educadas. De lo más excitante en la realidad, también… 
  3. Los chicos, en vez de aprovechar la situación para al menos alegrarse la vista, y no digamos ya tener relaciones con chicas preciosas y de cuerpos espectaculares, salen casi huyendo. En toda la serie, de hecho, y esto es casi norma en el anime, los únicos hombres que intentan tener sexo, son pervertidos o violadores, como el profesor o el atracador de la gasolinera. El código erótico es la perversión o el abuso físico, lo de la seducción ni se le ve ni se le espera.
Hay que recordar que el anime es de consumo masivo, así como la pornografía es en Japón más consumida que en cualquier otro país. La mayoría de parejas niponas mayores de treinta años no tienen relaciones nunca o casi nunca, recurriendo a la prostitución, relaciones con terceros  y mucha, muchísima pornografía, lo que a la postre crea numerosos problemas. Una sociedad poco preparada para vivir la sexualidad de manera natural, se retroalimenta con un erotismo hipercodificado, insano, de situaciones eróticas irreales y a menudo aberrantes, que pocas veces reflejan un sexo sano y divertido. La hipercodificación moldea de tal manera la percepción de las relaciones que se hace complicado recurrir a fantasías propias, más sencillas y menos espectaculares, pero sin duda, mucho más realistas y por tanto disfrutables.

No creamos que en Occidente estamos libres de la hipercodificación en el sexo y en las relaciones de pareja, la pornografía por un lado y el cine romántico de Hollywood por otro, han creado unas expectativas irreales, tan elevadas, que difícilmente puede cumplir la mayoría de parejas. Pero de este tema, ya hablaré en otra ocasión.

Un saludo.