Son muchas ya
las películas de zombis, y las que quedan por salir, por suerte para los
zombífilos. En cambio, animes de zombis son muy pocos, y este tiene algunos
elementos que merece la pena comentar. Está basado en un manga del mismo nombre
de 2006, si bien el anime empezó a emitirse en 2010, constando, por ahora, de
una temporada de 12 episodios. Dividiré el análisis en tres partes: la
historia, los zombis y el erotismo, que son los elementos más destacables de la
serie.
Qué
esta pasando…
La serie arranca
enseguida: en el instituto de nuestra pandilla, aparece una persona con un
comportamiento extraño. Un profesor se acerca para llamarle la atención, y el
resto os lo podéis imaginar…
La historia
se desarrolla en espacios abiertos y cerrados, empezando en el instituto,
pasando por un piso franco, una mansión y otros lugares variopintos, que sirven
a veces de refugio y otras veces se convierten en encerrona. Como tantas
películas de zombis, es en parte una road
movie, en búsqueda permanente de un lugar donde sentirse seguros. Las
situaciones son las típicas del cine americano: conducción de grandes vehículos
para huir y aplastar zombis, matar a conocidos una vez infectados, luchar con
personas a las que se les ha ido la olla, etc. Tiene todos los lugares comunes
del cine de muertos vivientes, y todos los tópicos del anime. Una mezcla
curiosa y divertida.
La plaga, que
se desarrolla muy rápido, obliga a nuestros sufridos alumnos a aprender nuevas
estrategias para sobrevivir y relacionarse. Así ocurre en una de las escenas
del segundo episodio: Parte de los alumnos, para refugiarse del caos, van a la
sala de profesores en busca de apoyo de algún adulto, sin imaginarse que es
justo donde más peligro corren, pues los que han sido mordidos han ido allí.
Las viejas normas y seguridades ya no existen. Siendo una situación traumática,
hay dos personajes que se sienten a gusto entre tanta violencia: Saeko, una
extraordinaria luchadora con instintos asesinos que ahora puede desarrollar sin
remordimientos, y Kohta, un otaku que podrá usar por fin armas para matar,
dando rienda suelta a su lado psicópata.
En Occidente,
estamos acostumbrados a que las películas y series tengan un final que cierre
la historia, encajando todas las subtramas, sabiendo al final los porqués y
cómo terminan afectando a los protagonistas. En Japón, el final como tal no
tiene por qué ser más que una pausa en la historia, y las subtramas a menudo no
pasan de pinceladas. Si bien en nuestra tradición cinematográfica, a menudo el
final se nota forzado, cerrando de mala manera la trama, en Japón, suele
meterse demasiada paja, siendo buena parte de los animes muy confusos para un
occidental, que buscará, infructuosamente, una explicación lógica a tanto
mensaje supuestamente trascendental. Highschool
of the Dead, tiene una trama sencilla, basada en la acción, pasando por
encima del origen de la plaga, teniendo en todo momento un buen ritmo.
Los
zombis…
Cada director
tiene su propia idea del muerto viviente, desde los torpones de Romero, hasta
los enloquecidos de La horda,
teniendo en común el deseo irrefrenable de comer personas. Los de este anime
son los clásicos, torpes y lentos, salvo en la infección, que tarda tan solo
unos minutos desde la mordedura. Tienen la peculiaridad de ser ciegos, guiándose
por el oído exclusivamente, pues no parecen tener ningún otro sentido
operativo. Siendo una serie de zombis, en la que la mueren infinidad de
personas y decenas de zombis son destruidos, llama la atención que la violencia
contra los zombis no es explícita, se ve mucha sangre pero sin mostrar los
golpes o disparos. Curiosamente, hay un par de escenas bastante más crudas,
pero contra humanos vivos, sobre todo en la magnífica escena del padre que
intenta salvar a su hija, cuya muerte es sobrecogedora, mostrando el ataque y
la herida mortal con un detalle que se evita con los zombis, algo que me llama
mucho la atención.
El
erotismo…
La serie puede
catalogarse como Ecchi, es decir, hay
un componente erótico importante, pero siempre en plan ingenuo, con chicas
adolescentes tan cándidas como exuberantes. Justo así
son las chicas de nuestro anime, con atributos generosos, a los que la cámara
sorprende en los sitios más morbosos. Vemos, principalmente, tres situaciones
con marcado carácter erótico:
- En situaciones de extremo peligro, por ejemplo cuando una chica cae al suelo al ser atacada, la cámara se pone a ras del suelo para enseñarnos sus bragas, o corriendo para disparar, sus senos rebotan saliéndose casi del escote. Como si supiesen que las miramos, se ruborizan.
- En el baño, se dedican a meterse mano, siempre avergonzada la que recibe el manoseo, sufriendo y disfrutando a la vez, suponiendo que toda chica es bisexual en el fondo, para deleite del mirón.
- Después del baño, al no tener ropa de recambio, tienen que ponerse tangas, lencería, y demás prendas dos tallas más pequeñas, paseándose así por toda la casa. Los chicos, de puro susto casi salen corriendo.
Se preguntará el lector, a qué
viene ese análisis detallado de las escenas
más picantes. Las usaré para reflexionar sobre el erotismo en el anime,
como reflejo indirecto, aunque certero, de ciertos aspectos de la vida sexual
japonesa. Analicemos punto por punto:
- En lugar de crear situaciones sensuales, el peligro y la urgencia se asocian con el deseo, con la chica a punto de morir o histérica por tener que actuar contrarreloj. El código erótico sería el de la chica indefensa o en situación crítica, ¿quién se imagina excitarse en ese momento?
- Las chicas juegan y se hacen rabiar, no buscan el placer, viene indirectamente de una situación incómoda, en la que la que actúa no es consciente de que la otra quiere que pare, pero no se atreve a decírselo, y claro, ¡no tiene más remedio que disfrutar! El código erótico es la incomodidad, el someterse a un tocamiento no deseado porque las chicas han de ser sumisas y educadas. De lo más excitante en la realidad, también…
- Los chicos, en vez de aprovechar la situación para al menos alegrarse la vista, y no digamos ya tener relaciones con chicas preciosas y de cuerpos espectaculares, salen casi huyendo. En toda la serie, de hecho, y esto es casi norma en el anime, los únicos hombres que intentan tener sexo, son pervertidos o violadores, como el profesor o el atracador de la gasolinera. El código erótico es la perversión o el abuso físico, lo de la seducción ni se le ve ni se le espera.
Hay que
recordar que el anime es de consumo masivo, así como la pornografía es en Japón
más consumida que en cualquier otro país. La mayoría de parejas niponas mayores
de treinta años no tienen relaciones nunca o casi nunca, recurriendo a la
prostitución, relaciones con terceros y
mucha, muchísima pornografía, lo que a la postre crea numerosos problemas. Una
sociedad poco preparada para vivir la sexualidad de manera natural, se
retroalimenta con un erotismo hipercodificado, insano, de situaciones eróticas
irreales y a menudo aberrantes, que pocas veces reflejan un sexo sano y
divertido. La hipercodificación moldea de tal manera la percepción de las
relaciones que se hace complicado recurrir a fantasías propias, más sencillas y
menos espectaculares, pero sin duda, mucho más realistas y por tanto
disfrutables.
No creamos
que en Occidente estamos libres de la hipercodificación en el sexo y en las
relaciones de pareja, la pornografía por un lado y el cine romántico de
Hollywood por otro, han creado unas expectativas irreales, tan elevadas, que
difícilmente puede cumplir la mayoría de parejas. Pero de este tema, ya hablaré
en otra ocasión.
Un saludo.
Enhorabuena por el artículo, muy interesante no sólo por lo que respecta al análisis puramente cinematográfico, sino por las interesantes conexiones con la mentalidad japonesa.
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