martes, 26 de febrero de 2013

Cinencia: Proyecto Nim

Con este artículo, inauguro la sección Cinencia, en la que se tratará sobre la relación del cine con la ciencia, y viceversa, haciendo hincapié en los aspectos científicos que vea interesantes. Empezaremos con Proyecto Nim (Project Nim, 2011), un documental de James Marsh, ganador de un Oscar al Mejor Documental por Man on Wire en 2009.
 
En Proyecto Nim, se nos cuenta la historia del chimpancé Nim, que formó parte –mejor dicho, fue víctima- de un experimento muy en boga en los años setenta y ochenta: la comunicación animal-hombre. Empieza recreando cómo durmieron a la madre de Nim, disparándole para dormirla y quitárselo, en varios planos con travellings, desenfoques y juegos de luces, demasiado cinematográficos; en mi opinión, aportan una sensiblería innecesaria a una historia de por sí emotiva.
 
Nim, pues, es arrancado de los brazos de su madre con unos días de edad. Herbert Terrace, profesor de universidad y científico, responsable del experimento de marras, decide enviarlo a una casa normal para que sea criado como un humano. Y aquí empiezan los problemas. Se supone que la familia debía enseñarle lengua de signos, pero ninguno sabe, se apañan de mala manera para recordar unos cuantos. La casa está llena de niños que aporta cada parte de la pareja, de divorcios anteriores, y se respira un ambiente setentero de laisse faire incompatible con lo que debe ser un experimento. La madre reconoce que su casa es un caos, además no tomaban notas ni enseñaban apenas a Nim, que era uno más. Eso quiere decir, que Nim crece sin disciplina ni referentes adecuados, siendo la edad más importante para establecer límites. Además, nos vamos enterando de que la madre, que fue alumna de Herbert,  vivió una aventura con él, y no solo eso, su hija también. Como se puede ver, todo muy profesional y bien planeado.
 
Viendo que el experimento es un desastre, el profesor encarga a una alumna, conocedora de la lengua de signos, que participe y aporte profesionalidad… y también se lía con ella, claro. Seguimos con más culebrones y poca ciencia. A todo esto, entre rencillas de unos y otros, Nim es trasladado a una mansión con tres cuidadores. Nim va creciendo y volviéndose más dominante, o sea, cada día más agresivo. La parte buena es que, en un nuevo escenario y con personal más profesional, va mejorando bastante su aprendizaje, si bien diferentes cuidadores así como la familia que lo tuvo primero, confiesan haberle dado alcohol, cigarros y hasta porros.  Por razones de faldas o por lo que fuese, nuestro ligón profesor contrató a profesionales, que se ve que querían y enseñaban a Nim con ilusión y ganas, pero con poca profesionalidad. Aun así, nuestro chimpancé iba mejorando su nivel de lengua de signos.
 
Pero, ¿cuánto mejoró? ¿Qué hay de verdad en la comunicación y aprendizaje de los simios de un lenguaje simbólico?
 
Antes de nada, vamos con unos datos:
 
-                      El ser humano destina, en reposo, un 25 % aproximadamente, de su gasto energético al cerebro. El chimpancé, un 10%, por un 5 % de media en los demás mamíferos.
 
-                      El cociente de encefalización en el hombre es 7, por 2,5  en el chimpancé.
 
Simplemente, quiero dejar constancia de la gran diferencia, a nivel metabólico y neurológico, entre el homo sapiens y el chimpancé, a pesar de la gran coincidencia a nivel genético que tenemos. De ahí que nosotros tengamos un lenguaje muy sofisticado, necesario para anticipar y entender los comportamientos de los demás. En los 70 y 80, se pensaba que las diferencias no eran tantas, y hubo varios experimentos, de más valor mediático que científico, para construir puentes entre la mente humana y la animal. ¿Puede un chimpancé hablar, o crear lenguaje?
 
Hay dos lenguajes que se han enseñado a los primates, con sus ventajas e inconvenientes: la lengua de signos y los lexigramas.
 
La lengua de signos, fue la primera que se usó, siendo hoy en día más usada la formada por lexigramas. Nim, como se aprecia en el documental, puede expresar mensajes cortos, pero sin llegar a formar una sintaxis, y casi siempre son exhortaciones, es decir, para pedir algo, no para reflejar un estado de ánimo o comunicar, o conversar. Simplemente, ningún animal necesita la conversación para crear lazos, como nosotros, por lo que no ha desarrollado esa capacidad. Hay que recordar que las neuronas, son células que gastan mucha energía, y que para tener un lenguaje como el nuestro, es necesario un cerebro muy glotón, con los riesgos que conlleva, al ser necesaria una alimentación de mayor calidad.
 
 Se hizo muy popular entre el público de la época este tema: en varios medios de comunicación, se llegaba a decir que los primates habían aprendido a crear signos nuevos y que se comportaban como niños pequeños, incluso superándolos, era revolucionario. Hay que decir que en medios científicos nunca se ha dado valor a dichas afirmaciones, pues nunca se han podido estudiar de forma rigurosa, por científicos ajenos a los cuidadores, sin duda, una falta de transparencia sospechosa. En 1979, apareció un artículo demoledor en Nature, que dejó en evidencia a los cuidadores, demostrando que los primates simplemente imitaban, pero nunca creaban, al contrario de lo que afirmaban los científicos responsables. También se descubrió que los mensajes de los simios enseñados, apenas pasaban de dos signos y casi siempre los emitían para pedir algo concreto y no para reflejar un supuesto mundo interior, una comunicación bastante más pobre y limitada de lo sugerido. Sigue siendo impresionante lo conseguido, sin duda, pero nada parecido a lo que se daba a entender en los mass media. En España, fue sobre todo la revista Muy interesante la que se ocupó más del tema –de la forma más amarillista-, cuando a partir de 1989,con el cambio de director, pasó de ser una excelente revista de divulgación, a competir con Quo y otras publicaciones de mucho sensacionalismo y poco rigor.
 
Otro lenguaje que se les enseña, como al famoso bonobo Kanzi, son los lexigramas -dibujos abstractos que representan un concepto- para demostrar la capacidad de representación simbólica, al no haber concordancia gráfica entre el signo y el objeto. Pero, a diferencia de los humanos, que a un signo lingüístico unen significante y significado – concepto e imagen sonora- Kanzi relaciona término a término el lexigrama con el objeto o situación, es decir, no los relaciona entre sí, sino que se basa en que unos y otros son diferentes y los memoriza. Se puede decir que repite como un loro.
 
El documental se centra en la parte dramática y pasa muy por encima del aspecto científico, pero para eso está la sección Cinencia, para aclarar los aspectos científicos planteados, tan interesantes como la historia de Nim.
 
Como veis, a pesar de ser resultados increíbles para ser animales, lo cierto es que ha demostrado mucho más interesante estudiar a los simios en su medio natural, más rico y variado, perdiéndose poco a poco el interés por estudiar la inteligencia de los póngidos en entornos controlados. Y eso fue lo que le pasó a Nim, que no me había olvidado de él. Al ver Herbert Terrace, el profesor, que el proyecto no daba los resultados esperados, se desentiende de Nim, que, tras varias vicisitudes, termina en un laboratorio. La Ley de Salud Pública de la época –estamos en 1983- exige que, antes de salir una vacuna al mercado americano, debe ser probada en cuatro chimpancés, siendo esta época la más oscura del pobre Nim. Un antiguo cuidador, intenta movilizar a la opinión pública, sin resultado: parece que a nadie le importa. Un año después, un abogado tan raro como ingenioso, tiene una gran idea planteando así el caso al juez: Como a Nim se le ha enseñado a ser un humano, entre otras cosas a hablar como tal, merece ser escuchado en la sala, antes de dictar sentencia. Para evitar el show y la mala publicidad inevitable, el laboratorio libera a Nim, que, después de otras desgracias más, termina sus días en un refugio de un rico amante de los animales, rodeado por fin de otros chimpancés y en entorno estable. Muere a los 26 años de un ataque al corazón, más bien joven, ya que es normal que los chimpancés en cautividad sobrepasen los cuarenta; seguramente, los excesos de todo tipo le pasaron factura.
 
El juicio, que James Marsh cuenta por encima, plantea un tema tan fascinante como el de la inteligencia animal: los derechos de los animales. Muchos conoceréis el Proyecto Gran Simio, y otros movimientos ecologistas que piden que los animales gocen de derechos, es decir, que sean sujetos jurídicos, algo más complejo de lo que puede parecer. Un animal, por inteligente que sea, no tiene responsabilidad –sujeto pasivo-, al no tener intencionalidad, ni capacidad de decidir en temas jurídicos –sujeto activo-.  No pueden, por tanto, ser denunciados ni denunciar ni emprender acciones jurídicas en general, dependerían de la voluntad de sus representantes, por lo que no veo sentido a darle un estatus jurídico que no entienden ni ejercen salvo por boca de otros. Veo más eficaz y jurídicamente más plausible otorgarles protección jurídica especial, siendo siempre juzgado el comportamiento humano culpable del daño ocasionado, ofreciendo así una garantía de protección parecida a los delitos medioambientales, en los que el daño se interpreta como un atentado a los valores de la sociedad. Recordemos que los derechos son un reflejo de la forma de entender la justicia, que va cambiando en cada época y cultura. No se puede defender un derecho inherente a los animales, porque las sociedades ni siquiera reconocen esos derechos a sus ciudadanos de la misma manera –como se ve en la poca aceptación de la Declaración de los Derechos Humanos fuera de Occidente-. El ordenamiento jurídico se va adaptando a los valores, y estos son subjetivos y cambiantes, como la vida misma. Defiendo que se protejan la vida y el bienestar animal, como reflejo de la sensibilidad para con los animales, que la sociedad actual tiene a bien valorar, apreciando la diversidad y riqueza que la naturaleza en general, y los animales en particular, nos aportan. Protegemos lo que conocemos y amamos, un argumento menos sofisticado de lo que algunos querrían, pero más realista que defender unos supuestos derechos inherentes a la vida. Derechos que dependen de la empatía de nuestra sociedad con los seres vivos, no de unos principios inmutables e indiscutibles, que terminan siendo mutables y discutibles.
 
En resumen, un interesante documental, que pasa de puntillas por temas científicos, éticos y legales, pero que nos permite conocer un proyecto científico fallido, con sus luces y sus muchas sombras, bien narrado, con un montaje ágil, y unos entrevistados al que el director sabe sacar partido. Por contra, a veces peca de melodramático, tanto al principio como al final, buscando una empatía que ya tiene ganada por la fuerza de la historia, quedando un tanto forzado, al recalcar lo innecesario.

lunes, 25 de febrero de 2013

JUEGO DE SUPERVIVENCIA

Esta película del año 1994 narra la historia de Manson, un indigente que perdió a su familia y vaga por la ciudad, sobreviviendo como puede.
Un día, cansado ya de todo, intenta suicidarse.
Pero, a raíz de este hecho que es impedido por un miembro de un comedor social, su vida parece cambiar, ya que se le ofrece la posibilidad de trabajar.
El trabajo que le explican por encima y sin dar detalles de ningún tipo, consiste en ser una especie de guía de campo. Sólo se le exige estar en forma.
 
Una vez llega al que será el lugar donde desempeñará sus tareas, se encuentra con un grupo de hombres que le ofrecen comida, alojamiento y ropa. Mason desconfía.
Al amanecer, la simpatía y buen rollo de la noche anterior desaparece y Manson descubre que se trata de un juego macabro donde él es la presa. Todos los allí presentes van a darle caza.
 
Esta serie B de NEW LINE CINEMA es una de esos escasos filmes de "caza del hombre", por llamarla de alguna manera y del que su mejor ejemplo en estilo y desarrollo, a mi entender, lo tenemos en Blanco Humano de Van Damme en 1993 y dirigida por John Woo.
Para pasar el rato, cumple lo prometido sin pretensiones a través de paisajes boscosos espectaculares, escenas de acción al más puro estilo del Acorralado de Stallone sin llegar a ser como ésta, por supuesto, pero te deja un buen sabor de boca con alguna que otra escena violenta y unos personajes como los interpretados por Gary Busey y Rutger Hauer que son malos, malísimos...
La película tiene algún que otro fallo de guión, como por ejemplo la lucha entre Manson (Ice T) y Gary Busey que se encuentran en la parte trasera de una casa dándose guantazos a diestro y siniestro mientras el resto de cazadores, que se supone buscan a Manson, aguardan al otro lado sin acudir en ayuda de su compañero.
A resaltar la cena que ofrecen a Manson en la que Gary Busey destaca en su interpretación, dejando muy claras las intenciones del grupo respecto a su invitado. 
Pero, como digo, cuando uno va a ver una pelicula como esta, no va con muchas exigencias y eso juega totalmente a su favor, porque es más que correcta, a pesar de lo expuesto.
 
Así que en resumen, correcta serie B con un Rutger Hauer que interpreta al mismo tipo de personaje malvado y sin escrúpulos que a muchos nos encanta y al que tan acostumbrados nos tenía.
Pienso que con un poco más de esfuerzo, esta película podría haber sido mucho más de lo que fue.
Para pasar un buen rato sin exigencias.
 
"Antes de disparar... mira el cargador"

jueves, 21 de febrero de 2013

El tiempo y el espacio en "El Sur"


EL TIEMPO Y EL ESPACIO EN “EL SUR”
La verdad es que esta película de Erice me ha sorprendido gratamente, no tanto por la historia que cuenta en sí misma, sino en como la cuenta, y los recursos que emplea a la hora de hacerlo. La historia, anclada en los años 50 de la posguerra civil española, nos narra el devenir de Estrella, una niña durante la mayor parte del film, y su familia, en especial su padre, Agustín, oriundo del sur de España (espacio que se alude constantemente en la película pero que en ningún momento podremos llegar a ver) y de cómo se trasladan al norte de España a vivir. Los motivos de dicho cambio de domicilio dejan entrever temas de índole política, entre el padre de Agustín y éste (enfrentados políticamente), aunque ello solo será una de las piezas del puzle de Erice. Comencemos por el espacio. De entrada, el título de la película, “El sur”, nos indica que el protagonista del film debería ser ese punto geográfico, pero paradójicamente, el sur nunca aparece en la película. Es la región hacia donde todos quieren ir: Agustín, el padre, no solo porque es su tierra, sino también porque, como se desvelará más adelante en un verdadero canto de amor al cine, por motivos sentimentales (su relación con la actriz Irene Ríos); Estrella, la hija, porque solo escucha cosas maravillosas sobre el sur (también reforzadas por la visita de su abuela y, al final del film, por motivos de salud se le recomienda la calidez del sol del sur de España); y la abuela y la amiga de ella, que vienen de Andalucía y se les nota su carácter  más alegre que las frías gentes del norte. El sur no sólo está presente en el título, sino también a través de una serie de sugerencias espaciales. Para comenzar, la veleta. Metafóricamente, señala el sur, ese sur al que los personajes anhelan ir por distintos motivos. También esa veleta representa el estado anímico de los personajes, al menos desde mi punto de vista, pues se va deteriorando con el paso del tiempo, al igual que ellos y las relaciones que se establecen entre los mismos. La veleta se va deteriorando y, al final del film, la vemos más oxidada, así como las letras de la entrada a la casa, “La gaviota”, que sí dejan sentir aún más el paso del tiempo, y al final están rotas y caídas, al igual que los protagonistas, en especial el padre. De otra parte, el camino que tienen delante de la casa. Casi siempre se usa el mismo plano para representarlo, visto de frente y cuyo fondo se pierde en el horizonte, flanqueado por árboles a ambos lados del mismo. El camino es un espacio que representa también la unión entre el norte y el sur. Estrella dice que es “la frontera”, es un espacio que lleva hacia donde todos quieren ir, pero por una razón u otra, ninguno se atreve a recorrer. Incluso un plano es significativo, aquel en el que después de la comunión de Estrella, el coche que ha traído a la abuela y su amiga se pierde en ese camino, dirigiéndose al sur, el lugar deseado. También el camino refleja el paso del tiempo, un tiempo que va cambiando en función del estado de ánimo de los personajes. Destacada es la secuencia en la que Estrella se marcha por el camino siendo niña, en bicicleta, y cuando vuelve ya lo hace siendo adulta. El camino ha servido como elipsis temporal, a través de él han pasado varios años. Al final, vemos los árboles del camino pintados con rayas blancas, símbolo del paso del tiempo acontecido.
    El espacio en El Sur es significativo. Me ha llamado la atención la forma de unir espacios, aunque estén separados tanto física como temporalmente. Tomo un par de  secuencias como ejemplo: la comunión y la sala de bodas. En la primera, acontecida en la infancia de Estrella, un plano secuencia nos muestra el baile entre ella y su padre. En esta época están muy unidos, y ello se representa mediante esta secuencia sin cortes, donde ambos están juntos y no se separan. En la secuencia del final, en la sala donde se está celebrando una boda, Estrella ya es mayor, y vemos como la relación con su padre ha cambiado. Ya no están tan unidos, y eso se muestra tanto en la conversación como en el tipo de plano empleado. Si en la comunión era el plano secuencia, símbolo de la unión entre padre e hija, ahora se emplean planos fragmentados, plano-contraplano. Es decir, Erice emplea el propio lenguaje cinematográfico para decirnos que la relación entre ambos personajes ha cambiado: de estar unidos, a estar literalmente fragmentados. Pero los dos espacios son unidos en el tiempo por la música. De fondo, en la boda, suena el mismo pasodoble que sonó en la comunión (una música diegética, pues la están escuchando los propios personajes). De esta forma los dos espacios se yuxtaponen, aún cuando se hayan localizados en sitios y tiempos diferentes. Pero además, el espacio sigue reflejando el estado de ánimo de los personajes. Así, el padre quedará solo en la sala, reflejando la soledad no sólo externa, sino la interna que también tiene y que es al final del film cuando se hace totalmente patente con su suicidio. 
    El espacio en “El Sur” también se nos muestra de forma física, en tanto que sirve también para separar emocionalmente a los personajes. Baste como ejemplo la secuencia cuando Agustín está en el bar escribiendo la carta a Irene Ríos. Estrella está en el exterior, y la separación padre/hija es cada vez mayor, ¿y cómo nos muestra Erice ese hecho de separación cada vez más grande? Mediante un cristal. Ella lo llama golpeando el cristal, que metaforiza la separación que cada vez es más patente entre ambos. Digamos que se está construyendo un muro entre los dos, que quedará patente en la secuencia del final, la de la boda, como he dicho.
    Los espacios también dejan notar el paso del tiempo. La película va haciendo saltos en el tiempo de forma continua, a través de los pensamientos de Estrella, que recuerda partes de su infancia y adolescencia, hasta llegar de nuevo al presente, donde el relato continúa. Las estaciones se dejan sentir en la película de Erice. Así, el otoño es la que creo más veces aparece. Las hojas caídas, cielos nubosos, todo ello nos enmarca en esta estación, que generalmente se relaciona con estados de ánimo de decaimiento. Y, efectivamente, Agustín está en esa fase de su vida, un otoño casi permanente que refleja al exterior su situación interior: la melancolía lo invade, y son los planos del otoño del norte los que nos lo ponen de manifiesto. Al contrario que en la comunión, donde el sol lo invade todo, porque los protagonistas están alegres en esos momentos. Las estaciones, el tiempo atmosférico, son un trasunto del estado anímico, y eso lo refleja Erice de forma magistral en esta película.
Pero el espacio también nos puede llevar a largas distancias sin movernos de ese norte sempiterno en el que los protagonistas están atrapados. La secuencia en la que Estrella observa una serie de postales de Andalucía, y Erice utiliza la música como elemento diferenciador entre el norte y el sur. Así, mientras la niña las observa, de fondo una música no diegética de Granados nos lleva a un ambiente alegre, soleado, que contrasta con la sucesión de planos del exterior de la casa, con un paisaje nevado y frío, que de nuevo nos lleva a pensar que, en esta época de su vida, Estrella y lo que le rodea están así, fríos y distantes.
 Además, la iluminación de interiores es algo que también me ha resultado muy interesante. Los planos juegan con fundidos en negro, con haces de luz que aparecen desde los ángulos de los encuadres, dando lugar a una especie de tenebrismo (a la manera de Caravaggio) que también refleja lo anímico. Creo que tiene que ver con el hecho de que, al ser casi la totalidad de la película una narración de lo que Estrella recuerda, no siempre lo recuerda todo, y hay partes en negro, como lagunas temporales tenemos también cuando recordamos el pasado, es decir, recordamos cosas, pero no siempre recordamos todo. Lo que no recuerda Estrella son los fundidos en negro.  También estos fundidos en negro sirven al director para dar saltos temporales, a veces de años, en cuestión se segundos. La secuencia inicial es un ejemplo, cuando pasamos del presente al pasado (momento en el que el padre vaticina que su esposa tendrá una niña) con uno de estos fundidos. Sin duda, este tipo de iluminación da a la película un aire mágico de las que muy pocas pudieron presumir en su momento. También destacable la escena de la comunión en la iglesia, cuando la niña busca al padre (él en principio no iba a ir, seguramente por sus ideas políticas) y éste aparece, literalmente, de entre las sombras. Un plano muestra como, sobre un fondo negro, surge el padre, jugando de nuevo con los claroscuros, algo recurrente en toda la película, dándole un aspecto, como ya he dicho antes, mágico.

Aunque, a propósito del tiempo, hay una secuencia que también destaco: la del cine. Estrella llega al cine, no puede entrar y se queda fuera. Observa como su padre entra pero, supuestamente, ella no sabe lo que pasa dentro del cine porque no entró, pero la película sí nos lo muestra. Si se supone son solo los recuerdos de ella, no debería mostrarse lo que pasó dentro del cine.  Así Erice juega con el tiempo y el espacio en “El Sur”, y juega también con el espectador en ese sentido. Incluso el nombre de la película, “Flor en la sombra”, puede hacer referencia a la oscuridad del pasado de su padre, y al hecho de que Irene Ríos sea eso, una sombra del pasado paterno que no ha desaparecido ni aún cuando todos se han trasladado al norte de España, saliendo del sur.
Otro elemento destacado, es el tren. En un momento determinado, Agustín pretende marcharse hacia el sur, y para ello iba a utilizar el tren. Sin embargo, lo pierde y no puede irse. El tren es recurrente en el cine de Erice, ya lo utilizó también en El espíritu de la colmena y aquí lo vemos tanto en esta secuencia como al principio, cuando la familia llega al norte en tren precisamente. El tren es uno de los únicos medios que pueden conectar el norte con el sur, pero Agustín se ve incapaz de usarlo para regresar a su añorado lugar, lo cual le seguirá provocando un malestar y un continuo hundimiento. Puede irse, tiene los medios, pero hay algo que no le deja marchar. Esa sensación de querer y no poder, es lo que va socavando su moral, su resistencia anímica, y será otro de los detonantes del amargo final del cuento de Erice.
A modo de conclusión, expresar que “El Sur” de Víctor Erice es una fascinante película sobre los recuerdos, sobre cómo la infancia es una parte de nuestro pasado que nunca volverá, de como el paso de la infancia a la edad adulta nos hace perder la referencia de nuestros padres, y de cómo nuestro pasado nos persigue, y no podemos huir de él, porque somos lo que fuimos. Todo ello mientras Erice juega de forma magistral con el tiempo y el espacio, empleando para ello los recursos del arte del cine.




martes, 19 de febrero de 2013

El último gran héroe (Last Action Hero)



En 1993, John Mactiernan (la Jungla de Cristal, Depredador), dirige esta película que fue tratada por público y crítica de forma injusta.
Se trata, desde mi punto de vista, de hacer dos cosas:
La primera es una sátira en la que ridiculiza situaciones y personajes propios del cine de acción de los 80 y 90.
La segunda es que a la vez que se satiriza dicho cine, realizar un caluroso y entrañable homenaje a esas películas que nos hacían saltar de la butaca con cada frase lapidaria pronunciada por el actor protagonista, que en esta ocasión, es el mismo de dichas películas ochenteras.

La película está cargada de guiños al cine de acción puro y duro, guiños que por una parte los puede pillar cualquier aficionadillo del tres al cuarto a dicho cine y luego están los GUIÑOS con mayúsculas para los incondicionales cinefilos del cine de acción, mucho más sutiles, como por ejemplo la escena en la que la casa del primo favorito de Slater vuela por los aires quitando de en medio a los dos polis que han acudido al lugar y el más viejo, antes de morir, dice que le quedaban dos días para jubilarse y suena la banda sonora de Arma Letal en clara alusión al personaje que interpreta Danny Glover en dicha película. Pues de este tipo, a patadas se encuentran ocultos a lo largo de los 130 minutos de metraje.
Así que tenemos a un director de culto en esto de la acción con títulos como los anteriormente mencionados a los que podemos añadir LA CAZA DEL OCTUBRE ROJO y EL GUERRERO NÚMERO 13, entre otras, a un actor que venía de cosechar megataquillazos como TERMINATOR 2,  una historia policíaca hecha a la medida de ambos y 85 millones de dólares de presupuesto que, para la época, no es moco de pavo, teniendo en cuenta que TERMINATOR 2, calificada en aquel entonces como la película más cara de la historia del cine, costó la friolera de algo más de 100 millones de dólares.
A parte de todo esto, la película cuenta con una banda sonora configurada con temas de grupos tales como AC/DC, Aerosmith, Megadeth... que se ajusta como un guante al conjunto y proporciona una ambientación brutal tanto para las escenas de acción como cuando aparece el personaje de Slater.
Big gun de AC/DC se convirtió en una de las canciones favoritas de los fans del grupo por tu tremenda fuerza.
 
La película cuenta la historia de Danny Madigan, un niño de once años cuyo héroe del celuloide se llama Jack Slater. La vida de Danny es monótona, gris y aburrida, vive en una Nueva York en la que siempre está lloviendo y es de noche, sucia, peligrosa, una ciudad, un mundo en el que los malos pueden y ganan en multitud de ocasiones y en la que nadie viene en su ayuda cuando es sorprendido en su propia casa por un vulgar ladron.
Danny acude al cine donde trabaja su amigo Nick (Robert Prosky) para ver la última película de la saga de Jack Slater.
Una vez dentro del decadente cine que posee el aspecto de aquellas enormes salas que se abarrotaban de espectadores ávidos de devorar films como E.T. y que fueron fagocitados por los multicines, Nick regala a Danny una entrada supuestamente mágica que a su vez le había sido regalada a él mismo por el mago Houdini.
Comienza la proyección y a los pocos minutos ocurre algo que sólo puede hacerse real en la imaginación de un niño... Danny entra dentro de la película y ya no se encuentra en Nueva York sino en Los Ángeles... el sol es radiante, no hay rastro de lluvia, todo es muy luminoso, hay tías buenas a patadas y todo explota con a penas mirarlo, una ciudad donde los malos pueden encontrar la muerte a manos de un inofensivo cucurucho de helado, un arma mortífera si la usa un héroe como Jack Slater que se jacta de sus chistes malos y te vacila con conversaciones demoledoras como la que mantiene con el villano de la película Benedict (Charles Dance) a las puertas de la mansión de su jefe Tony Vivaldi (Antony Quinn).
La trama policial se va sucediendo mezclada con los intentos de Danny de convencer a Slater de que su mundo y todo lo que en él existe no es real, hasta que llega el momento en que Benedict logra hacerse con la entrada de Danny y cruza el humbral hacia la realidad, hacia el mundo sin héroes donde los villanos sí pueden ganar...
 
Como podemos ver, un argumento magistral. Entonces, ¿por qué esta película fue vapuleada por el público y la crítica de aquella época?
No puedo responder en lo tocante a la crítica, pero sí lo puedo hacer como el público que acudió a verla en el verano de 1993.
Se ha especulado mucho sobre el hecho de que entorpeció el éxito del film la proyección de Parque Jurásico dicho verano y un sin fin de asuntos más, pero yo voy a contar lo que, como espectador, viví con el Último gran héroe... A mí no me supuso un problema ir a ver ambas.
 
Recuerdo que fui a verla a un cine muy antiguo que, con el paso de los años, acabó cerrando en 1997, el cine Góngora, casualmete de aspecto muy similar al de la película que estamos tratando, a la primera sesión de la tarde con un calor espantoso y es que sabía que a una hora más "normal" se abarrotaría de público la sala y yo quería disfrutarla al cien por cien.
Por aquel entonces, yo ya tenía por norma no leer ni saber nada de una película antes de verla en el cine, me bastaba con muy poca información, quería, al igual que hoy, ir descubriendolo yo todo.
Al llegar al cine, me recibió el cartel de la película y al ver que Arnold colgaba bajo las letras de su apellido impronunciable portando un niño... dije... ufff... y es que cuando salía un niño, aquello podía ser preludio de que no habría violencia, al menos no la violencia a la que mi buen héroe Arnold me tenía acostumbrado... "grave error...".La acción es trepidante pero siempre desde el prisma de la parodia-homenaje y eso me chirriaba. ¿Por qué no hay sangre? ¿Qué le pasa a Arnold? Me reventaban los chistes malos del personaje, los malos se me antojaban estúpidos, ridículos... escenas como la de los perros obedeciendo órdenes absurdas...¡¡¡ESTO ES UNA COMEDIA!!! pensé..."grave error..." de nuevo...es una parodia que es muy distinto, una parodia cariñosa y entrañable en la que los malos, aunque son malos, son entrañables...
Muchas explosiones, chistes malos en boca de Arnold, menudo sacrilegio, funerales de mafiosos con motes fétidos y la ausencia de esa violencia explícita de anteriores films de Schwarzenegger, hizo que me fuera decepcionando hasta llegar al punto de sentirme estafado, hecho que llegó a su máxima expresión cuando Slater sale al mundo real y allí... es una persona normal, que sufre y sangra como cualquiera.
Aquello no tenía ya arreglo para mi y ver a Van Damme asistiendo a un film de Schwarzenegger no me hizo tampoco gracia.
Cuando salí del cine, estaba decepcionado y a todo el que me preguntó en clase que si había ido a ver "la última de Schwarzenegger" le respondía que no me había gustado, que era un bodrio..."grave error..."
 
Así que con este humilde ejemplo, se puede decir que fue la tónica general que se respiraba respecto a la última "peli" de Schwarzenegger... que era "un rollo".
 
Pero como estamos hablando de cine... de la magia del cine, de esa magia que Danny posee con la que su héroe es invencible y se repone incluso de un tiro, no siendo "más que un rasguño", así se ha repuesto El último gra héroe con el paso de los años y como el buen vino, ha mejorado.
La última vez que la he visto, no me canso de hacerlo y de paladear esos pequeños regalos escondidos para los muy fans del cine de acción de los 80, ha sido de forma especial y es que Slater ha vuelto a mi vida de la única manera en que podía hacerlo, con magia ochentera...
Estando curioseando hace unos días en una tienda de artículos de segunda mano, mirando las cintas de VHS, encuentro esa carátula de Schwarzenegger con un niño en su brazo izquierdo y por un precio tan ridículo como son diez centimos, me hago con ella. Pero la cosa no acaba aquí y es que por carambolas del destino, voy de acompañante a otra tienda de las mismas características y por otra ridiculez de dinero, me hago con un televisor portátil en color de tubo de rayos catódicos...
Slater ha vuelto en el soporte adecuado.
Despertando esa imaginación de niño que todos tenemos dormida en nuestro interior, he vuelto a ver El último gran héroe con los instrumentos de su época y como buen héroe de acción, Slater salva la situación de injusticia en la que había caído su película veinte años atras...

"¿Quieres algo con el pan?... ¡Pues hazte una tortilla!"