jueves, 21 de febrero de 2013

El tiempo y el espacio en "El Sur"


EL TIEMPO Y EL ESPACIO EN “EL SUR”
La verdad es que esta película de Erice me ha sorprendido gratamente, no tanto por la historia que cuenta en sí misma, sino en como la cuenta, y los recursos que emplea a la hora de hacerlo. La historia, anclada en los años 50 de la posguerra civil española, nos narra el devenir de Estrella, una niña durante la mayor parte del film, y su familia, en especial su padre, Agustín, oriundo del sur de España (espacio que se alude constantemente en la película pero que en ningún momento podremos llegar a ver) y de cómo se trasladan al norte de España a vivir. Los motivos de dicho cambio de domicilio dejan entrever temas de índole política, entre el padre de Agustín y éste (enfrentados políticamente), aunque ello solo será una de las piezas del puzle de Erice. Comencemos por el espacio. De entrada, el título de la película, “El sur”, nos indica que el protagonista del film debería ser ese punto geográfico, pero paradójicamente, el sur nunca aparece en la película. Es la región hacia donde todos quieren ir: Agustín, el padre, no solo porque es su tierra, sino también porque, como se desvelará más adelante en un verdadero canto de amor al cine, por motivos sentimentales (su relación con la actriz Irene Ríos); Estrella, la hija, porque solo escucha cosas maravillosas sobre el sur (también reforzadas por la visita de su abuela y, al final del film, por motivos de salud se le recomienda la calidez del sol del sur de España); y la abuela y la amiga de ella, que vienen de Andalucía y se les nota su carácter  más alegre que las frías gentes del norte. El sur no sólo está presente en el título, sino también a través de una serie de sugerencias espaciales. Para comenzar, la veleta. Metafóricamente, señala el sur, ese sur al que los personajes anhelan ir por distintos motivos. También esa veleta representa el estado anímico de los personajes, al menos desde mi punto de vista, pues se va deteriorando con el paso del tiempo, al igual que ellos y las relaciones que se establecen entre los mismos. La veleta se va deteriorando y, al final del film, la vemos más oxidada, así como las letras de la entrada a la casa, “La gaviota”, que sí dejan sentir aún más el paso del tiempo, y al final están rotas y caídas, al igual que los protagonistas, en especial el padre. De otra parte, el camino que tienen delante de la casa. Casi siempre se usa el mismo plano para representarlo, visto de frente y cuyo fondo se pierde en el horizonte, flanqueado por árboles a ambos lados del mismo. El camino es un espacio que representa también la unión entre el norte y el sur. Estrella dice que es “la frontera”, es un espacio que lleva hacia donde todos quieren ir, pero por una razón u otra, ninguno se atreve a recorrer. Incluso un plano es significativo, aquel en el que después de la comunión de Estrella, el coche que ha traído a la abuela y su amiga se pierde en ese camino, dirigiéndose al sur, el lugar deseado. También el camino refleja el paso del tiempo, un tiempo que va cambiando en función del estado de ánimo de los personajes. Destacada es la secuencia en la que Estrella se marcha por el camino siendo niña, en bicicleta, y cuando vuelve ya lo hace siendo adulta. El camino ha servido como elipsis temporal, a través de él han pasado varios años. Al final, vemos los árboles del camino pintados con rayas blancas, símbolo del paso del tiempo acontecido.
    El espacio en El Sur es significativo. Me ha llamado la atención la forma de unir espacios, aunque estén separados tanto física como temporalmente. Tomo un par de  secuencias como ejemplo: la comunión y la sala de bodas. En la primera, acontecida en la infancia de Estrella, un plano secuencia nos muestra el baile entre ella y su padre. En esta época están muy unidos, y ello se representa mediante esta secuencia sin cortes, donde ambos están juntos y no se separan. En la secuencia del final, en la sala donde se está celebrando una boda, Estrella ya es mayor, y vemos como la relación con su padre ha cambiado. Ya no están tan unidos, y eso se muestra tanto en la conversación como en el tipo de plano empleado. Si en la comunión era el plano secuencia, símbolo de la unión entre padre e hija, ahora se emplean planos fragmentados, plano-contraplano. Es decir, Erice emplea el propio lenguaje cinematográfico para decirnos que la relación entre ambos personajes ha cambiado: de estar unidos, a estar literalmente fragmentados. Pero los dos espacios son unidos en el tiempo por la música. De fondo, en la boda, suena el mismo pasodoble que sonó en la comunión (una música diegética, pues la están escuchando los propios personajes). De esta forma los dos espacios se yuxtaponen, aún cuando se hayan localizados en sitios y tiempos diferentes. Pero además, el espacio sigue reflejando el estado de ánimo de los personajes. Así, el padre quedará solo en la sala, reflejando la soledad no sólo externa, sino la interna que también tiene y que es al final del film cuando se hace totalmente patente con su suicidio. 
    El espacio en “El Sur” también se nos muestra de forma física, en tanto que sirve también para separar emocionalmente a los personajes. Baste como ejemplo la secuencia cuando Agustín está en el bar escribiendo la carta a Irene Ríos. Estrella está en el exterior, y la separación padre/hija es cada vez mayor, ¿y cómo nos muestra Erice ese hecho de separación cada vez más grande? Mediante un cristal. Ella lo llama golpeando el cristal, que metaforiza la separación que cada vez es más patente entre ambos. Digamos que se está construyendo un muro entre los dos, que quedará patente en la secuencia del final, la de la boda, como he dicho.
    Los espacios también dejan notar el paso del tiempo. La película va haciendo saltos en el tiempo de forma continua, a través de los pensamientos de Estrella, que recuerda partes de su infancia y adolescencia, hasta llegar de nuevo al presente, donde el relato continúa. Las estaciones se dejan sentir en la película de Erice. Así, el otoño es la que creo más veces aparece. Las hojas caídas, cielos nubosos, todo ello nos enmarca en esta estación, que generalmente se relaciona con estados de ánimo de decaimiento. Y, efectivamente, Agustín está en esa fase de su vida, un otoño casi permanente que refleja al exterior su situación interior: la melancolía lo invade, y son los planos del otoño del norte los que nos lo ponen de manifiesto. Al contrario que en la comunión, donde el sol lo invade todo, porque los protagonistas están alegres en esos momentos. Las estaciones, el tiempo atmosférico, son un trasunto del estado anímico, y eso lo refleja Erice de forma magistral en esta película.
Pero el espacio también nos puede llevar a largas distancias sin movernos de ese norte sempiterno en el que los protagonistas están atrapados. La secuencia en la que Estrella observa una serie de postales de Andalucía, y Erice utiliza la música como elemento diferenciador entre el norte y el sur. Así, mientras la niña las observa, de fondo una música no diegética de Granados nos lleva a un ambiente alegre, soleado, que contrasta con la sucesión de planos del exterior de la casa, con un paisaje nevado y frío, que de nuevo nos lleva a pensar que, en esta época de su vida, Estrella y lo que le rodea están así, fríos y distantes.
 Además, la iluminación de interiores es algo que también me ha resultado muy interesante. Los planos juegan con fundidos en negro, con haces de luz que aparecen desde los ángulos de los encuadres, dando lugar a una especie de tenebrismo (a la manera de Caravaggio) que también refleja lo anímico. Creo que tiene que ver con el hecho de que, al ser casi la totalidad de la película una narración de lo que Estrella recuerda, no siempre lo recuerda todo, y hay partes en negro, como lagunas temporales tenemos también cuando recordamos el pasado, es decir, recordamos cosas, pero no siempre recordamos todo. Lo que no recuerda Estrella son los fundidos en negro.  También estos fundidos en negro sirven al director para dar saltos temporales, a veces de años, en cuestión se segundos. La secuencia inicial es un ejemplo, cuando pasamos del presente al pasado (momento en el que el padre vaticina que su esposa tendrá una niña) con uno de estos fundidos. Sin duda, este tipo de iluminación da a la película un aire mágico de las que muy pocas pudieron presumir en su momento. También destacable la escena de la comunión en la iglesia, cuando la niña busca al padre (él en principio no iba a ir, seguramente por sus ideas políticas) y éste aparece, literalmente, de entre las sombras. Un plano muestra como, sobre un fondo negro, surge el padre, jugando de nuevo con los claroscuros, algo recurrente en toda la película, dándole un aspecto, como ya he dicho antes, mágico.

Aunque, a propósito del tiempo, hay una secuencia que también destaco: la del cine. Estrella llega al cine, no puede entrar y se queda fuera. Observa como su padre entra pero, supuestamente, ella no sabe lo que pasa dentro del cine porque no entró, pero la película sí nos lo muestra. Si se supone son solo los recuerdos de ella, no debería mostrarse lo que pasó dentro del cine.  Así Erice juega con el tiempo y el espacio en “El Sur”, y juega también con el espectador en ese sentido. Incluso el nombre de la película, “Flor en la sombra”, puede hacer referencia a la oscuridad del pasado de su padre, y al hecho de que Irene Ríos sea eso, una sombra del pasado paterno que no ha desaparecido ni aún cuando todos se han trasladado al norte de España, saliendo del sur.
Otro elemento destacado, es el tren. En un momento determinado, Agustín pretende marcharse hacia el sur, y para ello iba a utilizar el tren. Sin embargo, lo pierde y no puede irse. El tren es recurrente en el cine de Erice, ya lo utilizó también en El espíritu de la colmena y aquí lo vemos tanto en esta secuencia como al principio, cuando la familia llega al norte en tren precisamente. El tren es uno de los únicos medios que pueden conectar el norte con el sur, pero Agustín se ve incapaz de usarlo para regresar a su añorado lugar, lo cual le seguirá provocando un malestar y un continuo hundimiento. Puede irse, tiene los medios, pero hay algo que no le deja marchar. Esa sensación de querer y no poder, es lo que va socavando su moral, su resistencia anímica, y será otro de los detonantes del amargo final del cuento de Erice.
A modo de conclusión, expresar que “El Sur” de Víctor Erice es una fascinante película sobre los recuerdos, sobre cómo la infancia es una parte de nuestro pasado que nunca volverá, de como el paso de la infancia a la edad adulta nos hace perder la referencia de nuestros padres, y de cómo nuestro pasado nos persigue, y no podemos huir de él, porque somos lo que fuimos. Todo ello mientras Erice juega de forma magistral con el tiempo y el espacio, empleando para ello los recursos del arte del cine.




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