viernes, 12 de julio de 2013

Mi primer dvd: Sexualidad virtual.




Era el año 2000, cuando el dvd aún era una pijada; las novedades más esperadas superaban los 70 euros, ahí es nada. Para estrenar el flamante lector de dvd, rebusqué entre las novedades de segunda, o en este caso, de tercera. No recuerdo el precio, pero fue bastante razonable para la época. Sexualidad virtual (Virtual Sexuality, Nick Hurran, 1999), es de esas películas que crees que sólo te gustan a ti, ¡ni siquiera la conoce nadie más! Le tengo especial cariño, al ser el primer dvd que vi, sabiendo que el nuevo formato iba a ser una joya para los cinéfilos. Podría haber buscado algún clásico, pero ya que era novedad, qué mejor que un film modernillo, para entrar en la nueva era con la actitud adecuada.  

Elegir Sexualidad virtual fue un acierto: está rodada con movimientos de cámara audaces y rápidos, sin resultar mareantes, y usa frecuentemente rótulos que recuerdan a una pantalla de ordenador. Todo cool, muy videoclipero pero sabiendo cómo hacerlo, para no resultar cargante. Hay que decir que, debido al guión tan flojo que perpetraron para el film, el director supo darle ritmo y personalidad, haciendo una historia divertida, para pasar el rato y olvidarla en otro rato. La calidad del dvd es muy buena, formato panorámico, con sonido 5.1, y una buena compresión de imagen; entré con buen pie en el futuro.

El argumento, es este: Justine, quiere dejar de ser virgen, busca al hombre perfecto, que haga que su primera vez sea mágica. Al no encontrarlo, crea, en una feria de realidad virtual y videojuegos, un chico perfecto con un ordenador. Hay una explosión y… ¡se convierte en ese chico! Lo cierto es que todos hemos tenido esos miedos, el sexo impone cuando es la primera vez, y más en la adolescencia, cuando los complejos y las inseguridades ocupan buena parte del día. Para compensarlas, nos sentíamos atraídos por las personas más arrogantes, admirando su seguridad, y por las más guapas de la clase. Con el tiempo, tal como en esta y en tantas comedias adolescentes, aprendemos que la arrogancia aburre cuando se madura, y que la belleza es un bien escaso, enamorándonos de alguien  más normal pero que, en el fondo, sabemos que podemos conseguir. Algunos psicólogos lo llaman realismo resignado, qué nombre más deprimente.

Seguimos con Justine. La tenemos convertida en un mozo de muy buen ver. Los creadores de la máquina quieren secuestrarlo para averiguar el secreto que hizo posible tal maravilla. Justine se queda en casa de Chas, el típico pringado, poco atractivo, aficionado a los videojuegos –en esa época los que jugábamos teníamos fama de raritos. Sus padres, son los que todos queríamos tener en la adolescencia: tolerantes, divertidos y siempre apoyando lo que hiciese su hijo. A los 15 me hubiera muerto de envidia, ahora me parecerían el horror,  es como si fuesen fumados y todo les pareciera bien; es bonito para un adolescente, de todas formas, imaginarse unos padres que apoyan todas sus burradas, y no olvidemos que era el público al que iba destinado. En concreto, a las chicas: salen chicos desnudos y unos cuantos penes –que una vez vistos, son censurados segundos después con una X y un pitido, un momento divertido y algo cínico- y ninguna chica aporta más allá de un erotismo parodiado y exagerado. Quien esperase algo hot, como era mi caso, se quedará con cara de ¿para esto me compro el dvd? Sí, también me pasó, el título es engañoso, aunque viendo el tono cínico y paródico de la película, se toma como parte de la diversión.

Terminemos la historia: secuestran al pobre chaval –hay una enorme sorpresa que no  desvelaré-, y hay final. Sí, hay final… ¿feliz?, ¿triste? ¿yo que sé? Sí puedo decir que los protagonistas dan un pequeño paso más hacia el mundo adulto, y que, la única forma de avanzar, es actuar. Cuando piensas, y piensas, y sigues pensando, algo falla, no quieres dar el paso, te refugias en los laberintos de la indecisión, esperando que alguien o algo te saque, “ya reaccionaré cuando llegue el momento”. Como adolescente tardío que fui, me aprendí por la malas esa lección, que esta película me recuerda, dando un empujón a los personajes para que, de una vez, dejen de desear  y se pongan manos a la obra. Lo hace con gran humor y de manera chusca, es cierto, quien quiera revivir los momentos del paso a la adultez, de una manera exquisita, sensible, recordando lo complicado que fue, y que todo nos parecía posible a la vez que imposible –qué terrible y bonito era- debería ver Susurros del corazón, anime del estudio Ghibli. Para mí, unas de sus mejores películas. ¿Qué haríamos de volver atrás sabiendo lo que sabemos? Si mi yo actual, visitase en el pasado al yo adolescente, sé que se llevaría una gran alegría, llevo la vida que quise, aunque no la que soñé… eso es vivir, ¿no?


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